domingo, 22 de septiembre de 2013

La otra cara de la formación profesional dual alemana

El conocido como "modelo alemán" se vende en España como la solución al desempleo juvenil, pero su éxito tiene muchas aristas
Uno de cada diez alumnos hace tareas sin relación con lo que estudian
El 40% hace horas extra y tienen uno o varios empleos adicionales
Marten (25) hizo una formación profesional dual y desde entonces solo ha encontrado trabajos temporales precarios
Marten (25) hizo una formación profesional dual y desde entonces solo ha encontrado trabajos temporales precarios
No es la primera vez que a Jens le mandan a reponer la estantería de las bebidas en el supermercado de la calle Möllendorf en Berlín. “La verdad es que esto cansa”, dice sonrojándose y encogiendo sus esqueléticos hombros. Jens tiene quince años y está haciendo unas prácticas en una conocida cadena de almacenes. Como él, cada año, los alumnos de su edad en Alemania tienen que escoger una empresa, mandar su currículo y realizar un periodo de prácticas.
La idea es que tengan un contacto con la realidad más allá de los libros. Durante las tres semanas de prácticas que ya van a terminar podía vérsele ir y venir con cajas recorriendo una y otra vez las hileras de la tienda. ¿Su tarea? “Reponer donde haya huecos”. A él le parece bien hacer prácticas “para saber lo que es trabajar y si este es el trabajo que te gusta de verdad”. 
Sin embargo, una vez que acaban la etapa escolar, el comienzo de una formación profesional no supone para algunos mayor diferencia. En un reportaje de la radiotelevisión bávara una joven explicaba que acababa de terminar una formación profesional de minorista y que no había aprendido nada más que en las clases teóricas. Aparte de sentarse en la caja y limpiar, no hizo otra cosa durante los tres años que le llevó sacar el título. 
Según un estudio de la confederación alemana de sindicatos, el Deutsche Gewerkschaftsbund (DGB), publicado en 2010, uno de cada diez jóvenes era forzado durante su periodo de formación profesional a realizar tareas que no tenían relación alguna con lo que estaban aprendiendo. Sobre todo en profesiones ligadas a la gastronomía, asegura dicho estudio, hasta un 40% de los jóvenes que se encontraban en una formación profesional se veían obligados a realizar horas extra no remuneradas.
Por unos 500 euros al mes trabajan los jóvenes en la empresa y en paralelo reciben la teoría. Para muchos resulta imposible vivir con dicho salario, por lo que se ven obligados a tener un segundo e incluso un tercer trabajo para vivir. De ese modo, pueden llegar a superar las 60 horas semanales de trabajo, entre práctica y teoría, en confrontación con las leyes laborales y de educación. 
Hay suficientes ejemplos en la prensa alemana de malas prácticas en empresas que se aprovechan del miedo de los jóvenes en periodo de formación. Jornadas de 12, 17 horas de trabajo con pocas pausas y en ocasiones sin comer ni beber cuentan los casos más dramáticos. Los jóvenes tratan de aguantar el chaparrón porque sin un título creen que les será más complicado encontrar un empleo. Después de completar la formación profesional, sin embargo, nade les garantiza que encuentren un trabajo.
Es lo que le pasó a Marten. El joven berlinés de 25 años estuvo dos estudiando una FP dual en la industria alimentaria. Hoy está en paro. Sus trabajos hasta la fecha han sido todos en empresas de trabajo temporal. Durante un año y medio estuvo haciendo prácticas por 500 euros al mes. “Me di cuenta de que era mentira que me quisieran contratar al final”, asegura. “La excusa que ponen es que hay momentos en que han de bajar la producción y si tienen empleados fijos les es complicado despedirlos”. De media asegura haber ganado unos cuatro euros menos por hora que los trabajadores contratados directamente por la empresa. 
Según la teoría oficial, este modelo conecta de forma mas exitosa la formación con la integración en el mundo laboral. Es por ello que el gobierno de Merkel ha ofrecido a varios miles de jóvenes españoles venir a Alemania a realizar una formación profesional dual. Unas 33.000 plazas asegura Merkel a sus colegas europeos, se quedaron sin estudiante el año pasado. Lo que no cuenta es que hasta dos millones de jóvenes alemanes carecen de formación alguna. El ministro de economía y vicecanciller alemán Philipp Rösler, obviando a todos esos jóvenes alemanes sin título, escenificaba una pantomima el pasado domingo al exhortar en el semanario alemán Welt am Sonntag “¡Vengan a Alemania!”
Berlín celebró el miércoles la cumbre europea contra el desempleo juvenil llevando por bandera su mercado laboral, el conocido como "modelo alemán". La Unión Europea se ha puesto por meta el que los jóvenes desempleados que no estudian vuelvan al mercado laboral en cuatro meses, ya sea a través de prácticas, ya a través de formación profesional. Para ello, han anunciado que se destinarán unos 6.000 millones de euros. Andrea Nahles, la secretaria general del partido socialdemócrata alemán, el SPD, ha instado a la Unión Europea a que haga algo más allá de lo propuesto por Merkel: Las medidas que se van a tomar “no son más que un chiste en comparación con el gigantesco problema del desempleo juvenil”. 
“Yo lo que creo es que quieren que vengan jóvenes a Alemania porque la población está envejecida”, comenta un alemán cualquiera, a cualquier hora, en cualquier lugar. 

Miles de europeos sufren la mano dura de los campos de trabajo de Amazon en Alemania

Un documental desvela las condiciones laborales miserables de 10.000 trabajadores europeos de Amazon en Alemania
Una empresa de seguridad de inspiración nazi controla bajo amenaza a los empleados incluso en sus habitaciones
Central de Amazon en la ciudad de Bad Hersfeld
Central de Amazon en la ciudad de Bad Hersfeld. Captura del documental de la ARD.

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Silvina es española y profesora de arte en paro. Dejó en España a sus tres hijos y a su marido para trabajar durante tres meses para la campaña navideña de Amazon, empaquetando envíos en la central de la empresa en la ciudad de Bad Hersfeld en Hesse. Como ella, otros 10.000 trabajadores europeos fueron reclutados por la red de empleo EURES. Son los protagonistas de un documental emitido el pasado 13 de febrero por la cadena pública ARD.
Al llegar Alemania, los trabajadores encontraron condiciones nada idílicas. El lugar donde se alojaban estaba apartado de la ciudad más próxima y se encontraban aislados, ya que solo un autobús al día que les llevaba a la fábrica y les traía de vuelta, unos 17 kilómetros de camino. Los estrechos bungalows en que tenían que dormir habían de compartirlos de cinco en cinco.
Aquí puede verse completo, aunque aún no tiene subtítulos en español.
Un usuario de YouTube ha hecho un doblaje casero grabando el documental con un móvil y traduciendo simultáneamente
Silvina cuenta que duerme unas cuatro horas al día, pues tras trabajar en el almacén ha de limpiar los bungalows. Muchos tienen que esperar hasta que comienza su turno, por lo que se quedan dormidos en las mesas de la cantina. Tanto la comida fría que les sirven como el autobús les son descontados del sueldo. Hasta 15 kilómetros anda cada trabajador en cada turno en el almacén. Silvina tuvo que ir incluso al hospital debido a las heridas que tenía en los pies.
Según el reportaje, una empresa de seguridad se encargaba de vigilar a los trabajadores, incluso dentro de las habitaciones, en las que entraban sin permiso y llevaban a cabo registros, para documentar "destrozos o robos en el mobiliario del hostal", según ha declarado la empresa al periódico junge Welt. Al parecer, según se muestra en el documental y ha publicado también el New York Times, dicha empresa tendría vínculos con grupos neonazis. El nombre de la compañía es H.E.S.S. en presumible relación con Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler. El documental relata la actitud amenazante de este personal con los trabajadores y con el propio equipo de rodaje. Amazon, tras estallar la polémica, ha declarado públicamente la rescisión del contrato con dicha empresa.
De visita en varios almacenes de Amazon en Alemania, comprueban los periodistas el modelo de negocio: en uno de ellos trabajan 3.300 trabajadores, de los cuales tan solo 200 están fijos. En Ausburgo son 5000 y solamente un millar está contratado por la empresa, el resto son trabajadores temporales.
El trabajo temporal no es algo que solamente afecte a los extranjeros en Alemania. Datos de la Agencia Nacional de Empleo arrojan una cifra de unos 900.000 trabajadores que estaban hasta junio contratados por empresas de trabajo temporal, un 14% más que el año anterior. Según una encuesta del sindicato IG Metall, hasta el 55% de ellos aseguraba llevar más de un año contratado por una empresa de trabajo temporal, lo que supone un abuso por parte del empleador de las condiciones que dichos contratos ofrecen. El reportaje ha causado gran revuelo en la prensa alemana precisamente porque hace menos de un mes se publicaban dichos datos, que revelan una precarización del mercado laboral alemán.
La ministra alemana de trabajo, Úrsula Von der Leyen incluso ha salido a la palestra y asegurado que, de comprobarse las acusaciones, la empresa de trabajo temporal tendrá que acarrear con las consecuencias legales. Sin embargo, el secretario de organización del sindicato Ver.di en la empresa, Heiner Raimann, trata de ejercer desde hace tiempo presión sobre Amazon y denuncia que los trabajadores que vienen para campañas concretas reciben unos salarios demasiado bajos y son controlados constantemente.
Además destaca que la estrategia de anunciar unas condiciones y ofrecer otras menos ventajosas cuando llegan a Alemania, es de largo conocida en su oficina. "Los trabajadores no quieren irse con las manos vacías. Mientras nadie se queje, todo parece indicar que el sistema seguirá funcionando". Amazon trabaja con varias empresas de trabajo temporal y el sindicato asegura que los problemas no se reducen a la central de Hessen.

En Colombia las empresas españolas ocupan territorios previamente vaciados con violencia”

Entrevista con Eduardo Romero: “No hace falta esperar brotes xenófobos, el Estado ya desarrolla políticas racistas y xenófobas”
Eduardo Romero
La era de hipermovilidad que vivimos se caracteriza tanto por forzar como por impedir el movimiento de personas: fronteras blindadas y políticas migratorias represivas, junto a desplazamientos forzosos de poblaciones por todo el planeta. Para hablar de las migraciones y su función en el capitalismo (vaciando territorios y llenando otros; desposeyendo poblaciones en unos lugares y aumentando la mano de obra barata en otros) hablamos con Eduardo Romero. Miembro del colectivo asturiano Cambalache, es coautor del libro Qué hacemos con las fronteras, junto a Gema Fernández, Pablo "Pampa" Sainz, Raquel Celis y Leire Lasa. Una propuesta por un mundo sin fronteras, donde nadie sea obligado a desplazarse ni impedido de hacerlo.
¿Por qué consideráis que el hecho migratorio suele ser simplificado y descontextualizado en los análisis habituales? ¿Qué tipo de interpretación proponéis a cambio?
No llamaríamos ‘análisis’ a la mayor parte de las numerosísimas informaciones que, en los últimos años, se han referido al hecho migratorio. Por el contrario, esas informaciones tienden a presentar el proceso migratorio como ‘acontecimiento puro’, en forma de noticia televisiva que nos muestra a las personas migrantes como seres sin pasado y sin futuro. ‘Humanizar’ los procesos migratorios no es tratarlos con sentimentalismo. Los medios de comunicación han logrado esta conjunción: máximo sentimentalismo y máxima indiferencia. Necesitamos menos fotogramas de personas migrantes enganchadas a las vallas de Ceuta y Melilla o desmayadas en una playa de la costa española; necesitamos más análisis de los procesos migratorios que los humanicen de la única forma posible: devolviendo las migraciones a su contexto social, económico y político. Insertándolas en el marco de la radical desigualdad que este sistema genera; relacionándolas con la necesidad del capitalismo de provocar la movilidad forzada de millones de personas; contextualizándolas –también– en la trama del patriarcado a escala planetaria.
¿En qué se nota vuestra mirada desde el activismo social, frente a lo que consideráis " los relatos eruditos para el consumo interno de la academia" ?
Nosotras no podríamos escribir sobre las migraciones ‘desde fuera’. La motivación para escribir este libro es alimentar luchas y vínculos de solidaridad y apoyo mutuo que se han dado y se seguirán dando en el marco de los colectivos sociales que pretenden acabar con la política migratoria llevada a cabo por el Estado español y la Unión Europea. Nos parece fundamental que los colectivos sociales enfangados en las luchas reales sean capaces –seamos capaces– de elaborar nuestro propio pensamiento crítico. Este librito es una oportunidad para difundir una pequeña muestra de este pensamiento.
En el libro caracterizáis el tiempo actual como " la época de la hipermovilidad" , pero vuestra postura hacia esa facilidad de movimiento es crítica, ¿por qué?
Hace unos pocos años, el pensamiento antidesarrollista se observaba desde lejos, señalándolo como un pensamiento anclado en el pasado y sin nada que decir sobre el presente y el futuro. Ahora, en plena crisis de acumulación capitalista, con un horizonte relativamente cercano de agotamiento de fuentes de energía imprescindibles para sostener este energívoro sistema y con análisis oficiales suscribiendo discursos catastrofistas, parece que las cosas se pueden ver de otra manera. La hipermovilidad de esta sociedad, los novecientos y pico millones de desplazamientos turísticos anuales, la masificación y popularización de los medios de transporte –el coche como paradigma pero también, por ejemplo, los vuelos baratos– son una anomalía histórica que desaparecerá más temprano que tarde. La verdadera invasión no es la de las personas migrantes, sino la que devasta ecosistemas y comunidades a través del neocolonialismo. Una de sus expresiones más genuinas es el turismo de masas.

"La verdadera invasión no es la de las personas migrantes, sino la que devasta ecosistemas y comunidades a través del neocolonialismo"

¿Por qué creéis necesario un análisis diferenciado de la situación de las mujeres migrantes? ¿En qué consiste el vuestro?
De toda la población migrante que ha llegado al Estado español en los inicios del siglo XXI, casi la mitad han sido mujeres. En algunos casos, como en la migración latinoamericana, ellas han sido mayoría. Hay países de origen en los que más del 70% de la población que salía hacia España eran mujeres.
Pero la dimensión cuantitativa de la respuesta, aunque importante, no es la principal.
Cualquier análisis que, como el nuestro, pretenda reconstruir las trayectorias emigrantes en sus diversos episodios, desde la situación en el país de origen que provoca la migración hasta la función que las personas migrantes asumen en el lugar de destino, debe preguntarse por el específico papel jugado por las mujeres. Ellas suelen ser a la vez, en el lugar de origen, las principales víctimas del patriarcado y del capitalismo y las que lideran la supervivencia de sus familias. Las más pobres, las más amenazadas por la violencia económica y sexual, pero también las que sostienen la vida –en el campo o en los suburbios de las ciudades miseria– de sus personas más cercanas. Muchas veces es ese mandato de género, ese cuidado por sus hijos e hijas, por sus personas mayores y dependientes, el que las empuja a asumir la separación de los suyos para utilizar la estrategia migratoria como forma de supervivencia colectiva.
Cientos de miles de mujeres han dejado a sus familias para venir a cuidar a personas dependientes en España. Sustituyen parcialmente, por cierto, a las mujeres autóctonas que, sobre todo desde la segunda mitad de los años noventa, se incorporaron al mercado de trabajo, por supuesto en muchas peores condiciones que los hombres. Dado que no hubo ningún reparto social de los cuidados, que siguieron descansando en los hombros de las mujeres, las migrantes vinieron a realizar las tareas que muchas autóctonas ya no podían o no querían hacer.
Otra razón para que los análisis de este libro no se refieran a Soufian o a Adama sino a, entre otras, Hope y Faith, es la necesidad de realizar un análisis específico de las circunstancias que forman parte del hecho migratorio para las mujeres que viajan desde su lugar de origen hasta la llamada frontera sur. En el libro se relata el verdadero infierno que sufren las mujeres que, atrapadas en redes de trata, viajan a través del desierto hasta llegar a Marruecos. La política de colaboración continua entre el gobierno español y marroquí favorece que las redes de trata jueguen un papel protector de las mujeres en su viaje, a pesar de que en su seno se ejerzan diversas formas de violencia sobre ellas. Las mujeres, como estrategia de supervivencia, se ven obligadas a aceptar esas reglas para protegerse de violencias aún mayores, ejercidas por los Estados y policías que se han convertido –a sueldo de Europa– en los gendarmes de la frontera sur.
Relacionáis las migraciones (vaciar y sobrepoblar territorios) con la acumulación capitalista, pero no solo con la acumulación originaria, sino también hoy. ¿Cómo opera en la actualidad esa " acumulación por desposesión" ?
David Harvey –eso creo– ha acuñado ese término para llamar la atención sobre el carácter contemporáneo de la acumulación originaria. El despojo, el robo con violencia, no es una característica exclusiva de los orígenes del capitalismo, sino que está plenamente vigente e incluso se expande en situaciones de crisis como la actual.
Nos interesa inscribir el análisis de las migraciones en el análisis de la movilidad capitalista. Ello nos ha llevado a analizar la historia de la movilidad de las poblaciones en el último siglo y medio: son numerosos los ejemplos de procesos migratorios que conjugan movilidad forzada en origen –para vaciar territorios– con necesidad de una abundante y miserable fuerza de trabajo en el lugar de destino. Actualmente, el mecanismo sigue funcionando: para ocupar millones y millones de hectáreas en África o en América Latina para monocultivos de exportación, para actividad minera y de extracción de hidrocarburos, para construir grandes centrales energéticas, etc., es necesario previamente provocar el desplazamiento forzado de millones de personas. Una parte de ellas sufre la migración interna y pasa a engrosar los abultados números de la población que hace crecer cada vez más los suburbios de las megalópolis periféricas; pero otra parte acaba llegando a los llamados países desarrollados en busca de un futuro.
¿Qué es el derecho a la inmovilidad? ¿Cómo se formularía y protegería un derecho así?
No pretendemos acuñar un término jurídico cuando hablamos de derecho a la inmovilidad. Más bien es un término que trata de complementar a aquellos planteamientos políticos que, al hablar de las migraciones, se fijan exclusivamente en la exigencia de la libertad individual de movimiento. Parecería entonces que terminar con los dispositivos fronterizos represivos en el lugar de destino –en nuestro caso acabar con la Fortaleza Europea– sería suficiente para garantizar el derecho a la movilidad. Y, sin embargo, abatir las fronteras es una condición necesaria pero no suficiente, pues muchas de las personas que emigran no lo hacen en ejercicio de su libertad, sino que se ven forzadas por motivos económicos y políticos a irse de su tierra de origen, a separarse de su gente. En el libro decimos que hay incluso lugares en los que la violencia se ejerce precisamente para que la gente se vaya.
El derecho a no moverse debería formar parte, por tanto, del derecho a la movilidad.
Los conceptos más relacionados con este planteamiento son ajenos a la jerga sociológica o jurídica sobre las migraciones: la soberanía alimentaria de los pueblos, y también su soberanía energética y política; la autonomía de las mujeres y la ausencia de violencias patriarcales contra ellas... Todos esos son conceptos que, aparentemente alejados de las cuestiones migratorias, fundarían –en conjunción con el fin de las fronteras– un verdadero derecho a la libertad de movimiento.

"El derecho a no moverse debería formar parte del derecho a la movilidad"

¿Qué papel juegan las transnacionales españolas en los desplazamientos forzosos y violentos de población en otros países?
Aprovechando los análisis específicos que Leire y Raquel –coautoras del libro– han llevado a cabo sobre el papel de las multinacionales en Colombia, mostramos cómo un buen puñado de empresas españolas ocupa territorios previamente vaciados de personas por la violencia militar y paramilitar. En Colombia, cada año, cientos de miles de personas se convierten en desplazadas forzosas. Las multinacionales españolas del ámbito de la energía, por ejemplo, se instalan gracias a estos desplazamientos y succionan los recursos naturales del país. Otras muchas empresas se aprovechan además del éxodo rural hacia las ciudades para enriquecerse a base de incrementar las tasas de servicios como el agua, la electricidad, la telefonía, etc.
Mientras, la posibilidad para las personas de nacionalidad colombiana de acceder al estatuto de asilo en el Estado español es cada vez más pequeña.
¿Qué balance hacéis del blindaje de la Frontera Sur que ha desarrollado Europa y en concreto España en los últimos años?
El panóptico fronterizo ha sido definido por Rubalcaba de forma insuperable: "Casi nadie entra en España ya sin que le veamos". Y, efectivamente, la violencia aplicada en la frontera ha tenido resultados palpables: casi veinte mil personas ahogadas en el mar y varios miles de desaparecidas en la Frontera Sur de Europa; muertes en el desierto de personas abandonadas por los ejércitos norteafricanos, sin agua y sin comida, en medio de la nada; cuerpos tiroteados en las vallas de Ceuta y Melilla; miles de encarceladas en prisiones y centros de detención al margen de cualquier legislación, en países como Mauritania, Marruecos, Argelia o Libia…
Pero la construcción de la amenaza que viene del Sur ha dado otros réditos políticos: ha creado un enemigo externo –los africanos que nos invaden– e interno –mediante la intensificación de la islamofobia–; ha impulsado prácticas neocoloniales con la excusa de la lucha contra la inmigración ilegal –véase el Plan África–; y se ha combinado con las fronteras interiores para disciplinar a la población migrante bajo la amenaza de la expulsión.
La derecha suele caricaturizar la opción de ‘papeles para todos’. ¿Cuál es vuestra postura respecto al sistema de permisos administrativos?
No estaría mal un escenario político en el que fuera ‘la derecha’ quien defendiera en exclusiva la política migratoria. Pero, ¿ha sido la derecha quién la ha puesto en marcha? Depende de lo que entendamos por ‘derecha’. Los gobiernos del PSOE y del PP no se distinguen respecto a su política migratoria. Los sindicatos mayoritarios han dado cobertura a la Ley de Extranjería y su planteamiento no difiere del lema de la campaña de la ultraderecha: ‘los españoles, primero’. CCOO, por ejemplo, ha publicado documentos en los que pedía más contundencia del gobierno para que los países africanos aceptaran las repatriaciones. Resulta más fácil, por todo ello, caricaturizar el vacío e hipócrita ‘progresismo humanitarista’ que la opción de ‘papeles para todos’. En cualquier caso, los colectivos sociales que nos enfrentamos a la política migratoria no nos enfrentamos a ella de manera aislada, sino en el marco de una práctica y un discurso que pretende ser anticapitalista. No es nuestro papel el de proponer medidas administrativas que palien el sufrimiento para una parte de las personas migrantes, sino el de poner en jaque –y no sólo con palabras– la política migratoria.    

"Los gobiernos del PSOE y del PP no se distinguen en política migratoria, y los sindicatos mayoritarios han dado cobertura a la Ley de Extranjería"

¿Qué papel desempeñaron los trabajadores inmigrantes durante los años de la burbuja inmobiliaria?
El período de auge económico se caracteriza por un espectacular aumento de la población asalariada: de 12 a 20 millones en trece años (1994-2007). Hay dos procesos que hicieron posible este aumento sin que, a la vez, se desplomara la tasa de paro: la incorporación acelerada de las mujeres autóctonas al trabajo asalariado; y la entrada de millones de hombres y mujeres migrantes al mercado de trabajo español. No hubo, por tanto, una política de cierre de fronteras, sino una política de creación de una fuerza de trabajo migrante barata y servicial. Los dispositivos fronterizos han sido útiles sobre todo para eso: no para producir expulsiones sino para producir inmigrantes amenazados y amenazadas de expulsión.
El trabajo barato aportado por la población migrante ha sido esencial para duplicar el empleo en la construcción en un cortísimo período de tiempo en los primeros años del siglo XXI; pero también lo ha sido para alimentar la agricultura bajo plástico, la hostelería, el trabajo de cuidados, etc.
¿Cómo analizáis la actual emigración de trabajadores españoles a otros países?
Una buena parte de la población del Estado español había demostrado que tenía muy poca memoria, pues el cruce de la frontera en sentido contrario había sido relativamente reciente. Ahora que vuelve a producirse, vemos que se repite la lógica que ya hemos señalado a lo largo de esta entrevista: cómo la crisis en origen –ahora en España– provoca la ‘huida’ hacia otros lugares con economías ‘emergentes’ o menos devastadas por la crisis.
¿Veis algún riesgo de brotes xenófobos en España por causa de la crisis?
A lo largo y ancho del Estado, uniformados provistos de pistolas, porras y a veces perros montan dispositivos que identifican y detienen a personas por su aspecto ‘racial’; existen centros de internamiento específicos para personas inmigrantes; el Estado financia macabros vuelos de deportación a los que se sube a las personas deportadas por la fuerza… No hace falta esperar brotes xenófobos de ‘la población’ o preguntarse si ‘la sociedad’ es racista. No hace falta dar protagonismo al discurso de las organizaciones llamadas ‘ultraderechistas’. El Estado español y sus principales partidos políticos han desarrollado políticas racistas y xenófobas, y han generalizado estas prácticas en el corazón de las instituciones. ¿Es racista la gente? Al menos es seguro que el racismo social va a rebufo del institucional.
¿Cómo podemos construir hoy redes de solidaridad entre trabajadores, vecinos, ciudadanos, activistas, que incluyan a los inmigrantes?
Afortunadamente no hay una lucha ‘autóctona’ a la que sumar a las personas migrantes. Hoy en día menos todavía. El entrelazamiento entre población migrante y autóctona en la lucha contra los desahucios o en la lucha contra el recorte sanitario se ha dado de forma natural. La lucha contra la política de extranjería exige un nivel de especialización muy grande, y marca diferencias radicales entre quienes se ven afectadas por ella y quienes tienen un DNI y no tienen que preocuparse por un permiso de residencia. Sin embargo, este nuevo ciclo de conflictos ofrece la posibilidad de que este encuentro se produzca. Y, de hecho, se está produciendo. Uno de los retos es aprovechar ese escenario para lograr que la multiplicación de conflictos sociales refuerce también la lucha contra la política de extranjería.

"La función de los CIE es sembrar el miedo y la sumisión entre la población migrante"

¿Qué función cumplen los CIE en esta política de extranjería? ¿Y las redadas policiales?
Los Centros de Internamiento de Extranjeros son el eslabón intermedio de la cadena que empieza en las redadas racistas y termina en las expulsiones. Pero su papel no es solamente el de servir de engranaje para llevar a cabo dichas expulsiones. Por el contrario, quizás su función más importante es la de contribuir a sembrar el miedo y, por tanto, la sumisión, entre el conjunto de la población migrante. En realidad, toda la cadena represiva funciona sobre todo como instrumento ejemplarizante: cualquier migrante debe sentir que la posibilidad de acabar en un CIE es real, que ese vuelo de deportación que cuentan en el periódico podría haber sido el suyo. Millones de redadas racistas son efectivas para que las personas migrantes sientan ese miedo. También son eficaces para criminalizarlas, para escenificar en la calle que realmente hay enemigos internos a los que controlar, identificar y expulsar.
¿Ha cambiado en algo la situación de los CIE tras las denuncias?
La avalancha de informes, denuncias y acciones contra los CIE ha llegado a incomodar al Estado español. Concretamente, la sucesión de informes de gran contundencia y la muerte de una persona en el CIE de Aluche (diciembre de 2011) y otra en el de Zona Franca (enero de 2012), nada más iniciada la legislatura del PP, provocó que el nuevo gobierno promoviera reuniones con diversas organizaciones sociales y prometiera la aprobación de un reglamento para los CIE. Año y medio después de aquellas muertes el prometido reglamento aún no se ha aprobado, y el borrador del mismo demuestra que es un mero lavado de cara, hipócrita hasta en la propuesta de cambio de denominación de los centros. Quizás los CIE suenen demasiado a campo de concentración, así que ahora se pretende que su nombre sea Centros de Estancia Controlada de Emigrantes (CECE).
El gobierno ha jugado a enredar a algunas organizaciones con la negociación de dicho reglamento, mientras ganaba tiempo después de la sucesión de escándalos y mientras trataba de presentarse como impulsor de una política más humanitaria: junto a la reforma de los CIE, anunció el supuesto fin de las redadas. Ni una cosa ni la otra se han dado. E incluso las organizaciones que optaron por negociar han visto que lo que se ofrece es más de lo mismo.
El carácter racista, arbitrario y represor de los CIE está en su propio código genético. Por ello no puede haber otro horizonte que acabar con ellos, llámense CIE o CECE. En el libro recogemos ejemplos de luchas que, desde dentro o desde fuera, por toda Europa, han impugnado estas cárceles: concentraciones, marchas, huelgas de hambre, fugas y hasta el incendio del centro de internamiento de Vincennes (Francia).
Habláis de la necesidad de aprender de experiencias de activismo y desobediencia como las Brigadas Vecinales de Observación de Derechos Humanos, ¿en qué sentido?
Seguramente si viéramos en retrospectiva la existencia de millones de identificaciones racistas, nos escandalizaríamos de que una sociedad hubiera permitido que se llevaran a cabo. Sin embargo esto está ocurriendo ahora, en esta última década, y no podemos decir que sea algo que pasa desapercibido, pues es bien visible y palpable, ya no sólo a través de los medios de comunicación sino en la experiencia de quienes caminamos por las ciudades y barrios del Estado español.
Es imprescindible denunciar las redadas y, si se puede, impedirlas allí donde se realizan. Las Brigadas han hecho en Madrid un trabajo de documentación y denuncia de las mismas muy valioso. En otros lugares del Estado, a través de intervenciones en los puntos negros de las redadas, existe también todo un bagaje de denuncia y resistencia contra las mismas. Es importante que esa acumulación de experiencias se ponga en común y circule entre los colectivos sociales como aprendizaje colectivo y como forma de reforzarnos mutuamente. 

Para más información y para ampliar estas propuestas, el libro Qué hacemos con las fronteras. Y en la web de la 'colección 'Qué hacemos’: www.quehacemos.org

Eduardo Romero es miembro de la Asociación Cambalache y de su Grupo de Inmigración. Participa en la iniciativa asturiana "Ruta contra el racismo y la represión", y es autor de varios libros editados por Cambalache: Quién invade a quién. Del colonialismo al II Plan África (2011), Un deseo apasionado de trabajo más barato y servicial. Migraciones, fronteras y capitalismo (2010), A la vuelta de la esquina. Relatos de racismo y represión (2008), y Quién invade a quién. El Plan África y la inmigración (2007). También ha participado en las obras Frontera Sur (Virus, 2008), y Si vis pacem. Repensar el antimilitarismo en la época de la guerra permanente (Bardo Ed. 2011). Colabora además en la publicación feminista La Madeja.

Mi sueño era venir aquí, Australia es un lugar que atrae y engancha"

Acaba de cumplirse el octavo mes de su llegada a Australia y ya se siente dentro de la rueda de la actividad laboral y de la corriente vital de este país perteneciente a la Commonwealth británica. Quizás sea porque tiene sus objetivos bien definidos y unos conceptos claros, que pasan por trabajar duro y adaptarse a su nuevo entorno para poder vivir experiencias únicas y seguir viajando.

Vanessa Aliaño Garriga salió de Es Castell, su lugar de residencia, hacia el Reino Unido, y esa fue su plataforma para ir 'down under', bajar al hemisferio sur y contemplar los colores, animales y paisajes que hasta hace poco solo formaban parte de una aventura largamente anhelada.
 
-¿Siempre quiso viajar a las antípodas?
- Siempre. Mi sueño era venir aquí, entre otras cosas porque es uno de los destinos más bonitos, más caros y más difíciles de acceder. Además está muy lejos, barajaba otros lugares, como Estados Unidos, pero por la situación geográfica creo que estaré a tiempo de ir allí. Australia siempre me había llamado la atención y, si te gusta viajar, que es mi caso, es un lugar que atrae y engancha.

-Australia históricamente ha sido un país receptor de inmigración, incluso promovía ese flujo, pero ahora cierra sus puertas. ¿Ha sido difícil abrirse camino?
- Yo no he venido a quedarme ni a encontrar el trabajo de mi vida, trabajo para poder pagarme mis gastos, los viajes que hago y para estar a gusto, como la mayoría de los españoles que conozco aquí. Es muy difícil encontrar trabajo nada más llegar, sobre todo si solo buscas en tu sector. Lo que es cierto es que en Australia los diplomas, carreras o masters europeos no valen nada. Aquí hay que demostrar y luego hablar.

- ¿A qué se refiere?
- Si quieres trabajar en algún lugar tienes que ser extremadamente pesado, insistir mucho, llamar casi cada día....es algo a lo que los europeos no estamos acostumbrados, pero aquí funciona así. Cuesta entrar en su mundo, pero una vez pasada la línea entras en la 'centrifugadora', como lo llamamos los españoles aquí, y el resto va sobre ruedas. Aunque al principio sea fácil desanimarse, hay que ser fuertes y positivos. Lo único que cae del cielo es la lluvia.

- Habla como si existiera una frontera invisible, sin embargo, da la impresión de que es un país próximo en su estilo de vida.
- Yo había oído que es una cultura que se parece mucho a la europea, con la excusa de que había sido una colonia inglesa...pero no. Hay muchas diferencias entre nosotros, supongo que por la cantidad de inmigración que recibe, por la mezcla de esas personas con la cultura australiana, porque están al final del mundo..., distintas razones. Es complicado meterse en su mundo pero una vez te integras y te relacionas con gente australiana, son simpáticos y divertidos.

- En las últimas elecciones el Partido Liberal se hizo con el poder, en coalición con el Partido Nacional, y entre sus primeras propuestas está la de detener la entrada de inmigrantes ilegales y restringir los permisos a refugiados. ¿Le preocupan estas noticias?
- La verdad es que no sigo mucho la actualidad política, pero sí he estado pendiente de las elecciones y de los movimientos en leyes que afecten a inmigrantes, porque es la parte de la que nos tenemos que preocupar. Por ejemplo, que hayan subido el precio de las visas a la hora de extenderlas, de 500 dólares a 700 más o menos, de más restricciones a la hora de solicitar según qué visado, el precio de un chequeo médico..., en fin, todo lo que nos ocupa durante nuestra estancia en el país.

- ¿Cree que es una sociedad con menos problemas que la española o la europea?  
- No me parece que existan grandes problemas sociales, aunque sí me ha llamado la atención desde que llegué la cantidad de gente que mendiga, pidiendo monedas para el metro o el autobús, para pasar la noche en algún hostal o llevarse algo de comida a la boca. Es algo que no entendía y, preguntando a amigos australianos, cada uno tiene su versión. Hay quien dice que estas personas eligen estar así, porque el Gobierno les da una ayuda cada mes con la que sobrevivir, pero que esa era la opción que habían elegido; otros opinan que es una vergüenza, y que con la cantidad de impuestos que se pagan el Estado podía ayudar a esa gente y no lo hace.

- ¿Y cuál es su percepción?
- Creo que Australia es, en general, un país muy seguro y controlado, a pesar de la cantidad de inmigración que tiene, que le hizo falta en su momento y que sigue necesitando. Hay que tener en cuenta que es una isla que dobla el tamaño de Europa entera pero que, sin embargo, tiene la mitad de población que España.

Esa población se concentra en  las principales ciudades como Sidney, Melbourne, Canberra, Darwin y Perth. Lo que está ocurriendo ahora es que están llegando muchos inmigrantes de golpe, debido a la crisis mundial, y es más difícil encontrar trabajo. A pesar de eso, tienen una tasa de paro del 4 o 5 por ciento, supongo que no quieren que se les vaya de las manos. Es un país de muchas oportunidades si sabes aprovecharlas y trabajas duro. No dejas de ser un inmigrante más y tienes que demostrar lo que vales.

-Y para ello tuvo que cambiar el turismo y el marketing por la restauración.
- Justo cuando llegué trabajé un par de días a la semana en un catering español sirviendo paellas. ¡Tiene guasa irse a la otra punta del mundo y servir paella, pero aquí les vuelve locos! Después hacía horas en una tienda de bebés, he trabajado en varios bares y ¡hasta en la Fórmula 1, donde me lo pasé genial! Ahora estoy de encargada en uno de los mejores restaurantes de Melbourne, Livingroom, que está en el suburbio de Malvern. Es muy acogedor, y la comida es una mezcla entre francesa e italiana.

-  ¿Qué es lo que más le impactó al llegar a Melbourne?
- Llegué por la noche, estaba cansadísima, por el jet lag y tantas horas de vuelo. Me bajé del avión como en un sueño. Compré un billete de autobús para ir a la estación de Southern Cross y me costó 20 dólares. Ahí me dí cuenta de lo caro que era el país..., cuando vi los rascacielos me quedé sin palabras. Primero viví en el suburbio de Prahran, con una familia que me acogió; después he cambiado de piso un par de veces, por el precio, porque el alquiler es lo más caro, y por estar lejos del trabajo. Así que ¡me compré una bici! Es lo primero que hay que hacer  aquí, así me ahorro el transporte. Ahora vivo en el centro, detrás de la Eureka Tower. La zona está bien para salir a comer, tomar copas o ir de compras, pero yo prefiero invertir el dinero en viajar por ahí.

- ¿Ha podido conocer otras zonas del país?
- Sí, he visitado The Great Ocean Road, Phillip Island, The Grampians, la estación de esquí Mount Buller y Sidney. Siempre que puedo me voy y cargo pilas. Pero Australia es solo una parada, seguramente viajaré por Asia, porque he hecho muchos amigos de allí. Tengo claro que España por ahora puede esperar, y aunque a veces me gustaría estar con mi familia y amigos de Menorca, ellos saben que soy feliz y que ahora es mi momento de viajar.
fuenteshttp://www.menorca.info/menorca/474479/sueno/venir/aqui/australia/lugar/atrae/engancha

Los motivos de los españoles para emigrar a Ecuador

Ángel Zurdo
Ángel decidió irse de España porque no conseguía trabajo. Según él, "no había manera de quedarse".
Un año ha tenido que esperar en Ecuador el joven español Ángel Zurdo para obtener un puesto de trabajo en el área de su especialización. En agosto de 2012, decidió salir de su país después de no encontrar empleo. Y como él, un buen número de españoles está llegando a residir en diversas ciudades ecuatorianas en una migración que va creciendo.
Los datos actualizados a julio de este año por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de España señalan que en 2012 Ecuador fue uno de los principales destinos de los emigrantes españoles junto a otros países como Reino Unido, Francia, Alemania, Venezuela y Argentina.
Según los datos del INE, en apenas un año, entre enero de 2012 y el mismo mes de 2013, se evidencia un aumento del 51,6% en el número de españoles residentes en territorio ecuatoriano.
Así, a enero de 2013 el INE registra 21.009 residentes españoles en Ecuador, mientras que a enero de 2012 la cifra era de 13.855. Y más atrás, en 2010, el número fue de 7.524.
Se trata de una emigración en claro ascenso, aunque no se sabe qué proporción de esos casos corresponda a personas que inicialmente partieron de Ecuador a España, obtuvieron la nacionalidad española, y ahora regresan a su país de origen apareciendo en los registros como españoles. También es claro que la comunidad de nacionales españoles en Ecuador es menor en comparación con las grandes comunidades de residentes españoles que se mantienen en países como Argentina, Francia y Venezuela.

Españoles residentes en Ecuador

  • 2013: 21.009
  • 2012: 13.855
  • 2011: 10.147
  • 2010: 7.524
Fuente: Instituto Nacional de Estadística de España
En cualquier caso, según el INE, los 59.724 españoles que abandonaron el país con diversos destinos durante 2012 se concentraron, especialmente, en el rango de entre los 25 y 44 años.

Países donde residen más españoles, 2013

  • Argentina: 385.388
  • Francia: 206.589
  • Venezuela: 183.163
  • Alemania: 116.056
Y ese es el margen de edad en que se ubica Ángel, oriundo de la comunidad de Extremadura, quien a sus 26 años se encuentra ahora en la ciudad ecuatoriana de Latacunga, en el centro de Ecuador, alistando un contrato como técnico aeronáutico en el aeropuerto de dicha urbe.
"Salí de España porque allí no había trabajo. Al contrario, empresas en crisis, miles de jóvenes en paro (desempleados), desahucios, subida de precios. No había manera de quedarse", le comenta a BBC Mundo Ángel, quien en Madrid había estudiado cuatro años técnicas de mantenimiento de aeronaves y realizado prácticas en compañías aéreas.
Ya en Ecuador, a Ángel le tomó cuatro meses hallar su primer trabajo en una tienda de venta de teléfonos móviles. Luego trabajó en una oficina de capacitación en temas de seguros. Y ahora espera poder firmar cuanto antes su contrato en Latacunga.

¿Por qué a Ecuador?

Miguel Pérez
Miguel Pérez se fue de España después de buscar sin éxito trabajo como periodista durante nueve meses.
"Sí que se nota bastante la llegada de españoles a Ecuador", le dice a BBC Mundo la gerente del Centro Cultural Español, María Jesús "Chus" Álvarez. A dicha entidad, localizada en el norte de Quito, acuden ciudadanos ibéricos para participar de actividades de integración y buscar contactos e información.
En el Centro Español conocen a migrantes como Miguel Pérez, un periodista de 33 años, quien llegó en 2012 a Quito para trabajar como redactor en un medio de comunicación, después de nueve meses de no encontrar trabajo en su profesión en España tras la finalización de una maestría en periodismo.
"Mi tiempo en Ecuador ha sido muy positivo. Me ha ido bien tanto a nivel laboral como en cuanto a la ciudad y al país. Me parece fascinante todo. Ya lo siento como mi segunda patria", le comenta Pérez a BBC Mundo.
"Mi tiempo en Ecuador ha sido muy positivo. Me ha ido bien tanto a nivel laboral como en cuanto a la ciudad y al país. Me parece fascinante todo. Ya lo siento como mi segunda patria"
Miguel Pérez, periodista español
Para el reportero, la llegada de sus compatriotas a Ecuador tiene que ver con la crisis en su país y los comentarios "boca a boca" entre españoles, así como con los anuncios del gobierno ecuatoriano de ofrecimientos de empleo en sectores como la educación y la salud.
En efecto, en junio pasado autoridades de educación de Ecuador anunciaron en España la existencia de 500 puestos de trabajo para profesores universitarios que formen a futuros docentes ecuatorianos. Unos 5.000 maestros de primaria y secundaria también serían requeridos dentro de los próximos cinco años.
Y el gobierno ecuatoriano además ha hecho un llamado a médicos españoles a postularse para el programa "Ecuador Saludable", por el cual se busca cubrir alrededor de 1.500 puestos de trabajo para especialistas médicos en diversas ramas, en una convocatoria abierta tanto a galenos ecuatorianos que viven el exterior como a extranjeros.

Buenos sueldos

Muchos acuden al Centro Cultural Español para participar de actividades de integración y buscar contactos e información.
La oferta de empleo para profesores universitarios extranjeros, que no ha estado exenta de ciertas controversias en Ecuador, incluye salarios que oscilan entre US$2.200 y US$5.000 mensuales, además de ayudas económicas para vivienda, alimentación y transporte, según lo anunció en su momento en Madrid la subsecretaria ecuatoriana de Desarrollo Profesional y Educativo, Miriam Aguirre.
Actualmente ya hay docentes y médicos españoles trabajando en Ecuador. De igual forma, hay ciudadanos españoles con importantes cargos conectados a algunos entes del Estado. También hay quienes han arribado para laborar en empresas privadas españolas asentadas en este país andino, mientras otros han llegado a probar suerte.
De esta forma, Ecuador, que por muchos años ha visto emigrar a miles de sus ciudadanos rumbo a España, ahora empieza a recibir un creciente número de españoles que llegan en diversas condiciones.
A decir de Fernando Guerrero Cazar, catedrático de la Universidad Católica del Ecuador y coordinador de un grupo de investigación sobre migraciones internacionales, se pueden encontrar ciertas desigualdades entre las características de la migración promedio de ecuatorianos a España y las condiciones en que ahora se producen determinados traslados de españoles a Ecuador.
"Muchas veces se ha visto a las migraciones internacionales con una carga negativa, y se ha olvidado que en estos procesos de interrelación entre distintas culturas también hay intercambio de experiencias y aprendizajes"
Fernando Guerrero Cazar, Universidad Católica del Ecuador
No obstante, el analista señala que el tema de las migraciones internacionales es en sí mismo "un fenómeno muy amplio".
"Muchas veces se ha visto a las migraciones internacionales con una carga negativa, y se ha olvidado que en estos procesos de interrelación entre distintas culturas también hay intercambio de experiencias y aprendizajes", le dice Guerrero a BBC Mundo.
O en palabras del reportero español Miguel Pérez: "Creo que es una lección que nos da la historia de humildad y de tolerancia hacia el prójimo. Los flujos migratorios se invierten. Al principio en España nadie lo entendía, pero ahora ya es una realidad y hay que aceptarla. Es así, ahora venimos acá a trabajar. Somos migrantes".

Migración española

Por: Diego  Andrés  Almeida*

analisis@hoy.com.ec

En días pasados, la BBC publicó una curiosa nota titulada “Los motivos de los españoles para emigrar a Ecuador”. En este artículo se presentan interesantes datos y anécdotas. El que más llama la atención es que de acuerdo con información del Instituto Nacional de Estadística de España (INE), en el período comprendido entre enero 2012 y enero 2013, se evidenció un aumento del 51,6% en el número de españoles residentes en el Ecuador. 

Según el INE, los países donde más españoles residen actualmente son Argentina con 385 388, Francia con 206 589 y Venezuela con 183 163. Quizás muchos se sorprendan al conocer que a enero de 2013, el INE registra 21 009 residentes españoles en Ecuador, mientras que a enero de 2012 la cifra era de 13 855, y en 2010, el número fue de 7 524. Diversos estudios comenzarán a aflorar sobre el impacto de esta migración, al igual que en su momento se estudió los efectos de la migración de ecuatorianos al viejo continente. En el caso de la migración de ecuatorianos, España se vio beneficiada por la mano de obra que nuestros compatriotas brindaron tanto en la industria de la construcción como en la agrícola. 

De acuerdo con cifras del Banco de España, los envíos de remesas desde el exterior a España se han incrementado hasta llegar a 5 922 millones de euros en 2012, en 2011 fueron 5 712, mientras que en el 2010 fueron de 5 376. Debido a nuestro sistema tributario (5% de ISD) se estima que el envío de divisas desde territorio ecuatoriano no será mayor, lo cual beneficiará a nuestra economía debido a que los ingresos de los migrantes ayudarán a dinamizar aún más nuestro mercado local.

Por el bien de nuestra sociedad, y la prosperidad de las nuevas generaciones de ecuatorianos, debemos aprovechar esta oleada migratoria logrando que los profesionales españoles compartan sus conocimientos y capaciten a los profesionales ecuatorianos. Aquellas industrias que contraten a profesionales españoles con títulos de tercer nivel en adelante deberán velar para que la transmisión de conocimiento a los colaboradores locales sea efectiva y duradera. El Gobierno ya ha ofrecido plazas de trabajo a profesores universitarios españoles para que formen a futuros profesores del país. 

De parte de los ecuatorianos, los migrantes españoles recibirán un estilo de vida diferente; la posibilidad de visitar zonas geográficas diversas y únicas, y la posibilidad de potenciar su carrera profesional. Al igual que nuestros compatriotas lo hicieron y lo hacen en Europa, los españoles deberán respetar la cultura local, buscando una armonía para evitar conflictos sociales.

*LCENCIADO EN CIENCIAS POLÍTICAS POR HAMPDEN SYDNEY COLLEGE (EEUU) Y MBA POR EL INSTITUTO EMPRESA (ESPAÑA). INVITADO DE HOY.

 fuenteshttp://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/migracion-espanola-591201.html